jueves, 29 de enero de 2009

Easybeats - Friday on my mind


Siempre con el Viernes en la cabeza, con el día en que nos abren las puertas y nos dejan salir como niños al recreo. Pequeños sonrientes que miran alegremente a su alrededor, sin saber, todavía, que es sólo una pausa, un paréntesis necesario, una pastilla azul contra la locura.

Cogeremos a nuestra chica de la mano, que guapa, y creeremos que somos libres. Bajaremos a la ciudad, a ver a los amigos, pisando con nuestros zapatos de punta al tedio de la fila de narices alineadas, que nos miran con cara de incredulidad.

Os dejamos los starbucks, los centros comerciales, vuestras veladas aburridas hablando de la bolsa, el euribor o de lo que demonios quieran vuestros maestros que habléis. Nosotros tenemos de nuestra parte el zumbido de la aguja vibrante, el circulo de polímero negro, nuestra altanería ganada a pulso. No te equivoques, tu fin de semana no será igual que el mio.

Llegará el Lunes, ¿cansado dices?, no, uno no se cansa de bailar de beber o de follar, uno no se cansa de la vida. Me agoto de la no vida, del aburrimiento, de verte todos los días, señor de traje grande, señor de piel descolgada, señor de boca ruin y ojos de barro.

Pero sigo teniendo el Viernes en mi cabeza, como una incandescencia tenue pero firme, como un canto del Nepal dentro de una caja de corcho. Algún día será siempre Viernes, y bailaremos soul el martes a las 11, y te besare el lunes a las 7, y no me iré, y seremos felices.

miércoles, 28 de enero de 2009

Salud mental y mantequilla

Mientras desayunaba hace un par de días tuve la certeza de que nunca podremos escapar de nuestro destino adverso. Todo por mirar la tapa de la mantequilla. Bebía la leche apresuradamente, mirando el reloj digital del microondas, cuando se me colaron unas imágenes inquietantes.
Dos negritos sonrientes, dos pequeños africanos felices aunque marcadamente pobres, me miraban con un gesto de agradecimiento abstracto. "Comprando (marca de mantequilla) estás ayudando a alimentar a un niño de (país africano), ellos te lo agradecen".
Me quedo petrificado mirando el objeto, con el pan en mi mano derecha y un ligero temblor en el ojo derecho, que augura tormenta de odio: "Lo habéis conseguido cabrones - pienso, viéndome a mi mismo como a Charlton Heston en el final de Planeta de los Simios- lo habéis conseguido, no sólo me habéis jodido el día, si no que me habéis atacado en la más profunda intimidad, la intimidad del desayuno, del pan con mantequilla".
La situación me pareció pornográfica, grotesca, la absoción del horror más puro, el hambre infantil en un mundo con capacidad para alimentarse varias veces a si mismo, transformada en una estrategia de marketing, en publicidad, en el mal. Los que crean el problema, lejos de ocultarlo, lejos de avergonzarse, nos lo ponen delante, se jactan, y además lo utilizan en su beneficio.
Y el día sólo acababa de empezar.
Entonces me di cuenta que si no escribo esta pequeña estupidez llamada blog, que si no hablo un rato con alguien sobre esta espiral de absurdez peligrosa en la que estamos metidos, mi salud mental peligra.
No vemos, nos leemos, un abrazo a todos.