martes, 29 de enero de 2008

Tienes Talento, el programa de Cuatro

"En mi pueblo me envidian por como bailo"
Una Concursante

El pasado viernes 25 Cuatro estrenaba el nuevo programa "Tienes Talento", un espacio que consiste en la búsqueda de individuos que actúen, bailen, canten, o hagan algo, lo que sea, encima de un escenario. Curiosamente, Telecinco, tu pantalla amiga, también ha estrenado un formato, no similar, si no igual, llamado "Tú sí que vales". Pero como en La Aurora Moderna detestamos a Sardá con todas nuestras fuerzas, vamos a hablar del de la televisión de PRISA. En "La tele que me parió" tienen una entrada que habla sobre la rivalidad televisiva entre estos dos programas.

La formula es sencilla: se colocan unas cámaras en un teatro, se pone un jurado que vote las actuaciones, y se permite que todo ciudadano que quiera suba al escenario a expresar su creatividad. Dos palabras: magníficamente bizarro.

Vivimos en el país de Divinas Palabras, de Paquito el Chocolatero y del francotirador liliputiense, y esto, para un programa basado en el gracejo popular de nuestros vecinos, es estupendo. En un par de días de seguimiento intensivo de los castings he visto todo tipo de Fenómenos (con f mayúscula), desde una chica que se acercaba una sierra radial a su monte de Venus (erotismo metalúrgico), hasta un señor que se colocaba cientos de pinzas en su miembro (erotismo costumbrista). Los participantes son presuntos humoristas, travestidos de cincuenta años, malabaristas, gente con carencias emocionales severas en definitiva. Ayer incluso aparecieron unos mafiosos rusos que tocaban el cajón flamenco, y que con una mirada amenazante consiguieron el triple sí del jurado.

Ah!, el jurado. Qué sería de un programa de esta calaña sin sus jueces, que a modo de parcas tejen los destinos de estos artistas amateurs. En este caso el jurado lo componen Natalia Millán, una actriz que llora por todo, Josep Vicente, un director de orquesta que se parece a Kevin Bacon, y Miqui Puig, terror y malo oficial de los aspirantes. Comenzó David Summers, (un señor mayor que canta canciones de adolescentes pijas de los ochenta), pero ayer nos comentaron que lo ha tenido que dejar por compromisos profesionales inesperados. Lo de la música es lo que tiene, un día estas haciendo de jurado y al siguiente tienes una gira de invierno inesperada, o una grabación de un disco inesperado.

Aguerrido grupo de concursantes esperando una oportunidad.
Agencia Tod Browning

Tienes talento apunta maneras para convertirse en un Pink Flamingos televisivo, pero también tiene algunos peligros inherentes que pueden dar al traste con esta experiencia lisérgica-catódica. Por si acaso algún director del programa se encuentra entre nuestros millones de lectores vamos a apuntar hacía lo que creemos que mejoraría sustancialmente el programa:

- No a los niños. Los niños con talento son odiosos y los que no lo tienen dan vergüenza ajena. Sólo estarían admitidas las actuaciones de niños si corren un evidente peligro físico, como el chaval que hacía malabares con fuego y que casi quema el teatro.

- Sí al porno en vivo. ¿Porqué un señor que imita a Pedro Reyes tiene derecho a ocupar unos minutos de parrilla, y la diablesa de Alcorcón, por ejemplo, es denegada por triple X?.

- Métodos más expeditivos de rechazo al concursante petardo. ¿Qué es eso de apretar un botoncito y decir que no?. Los televidentes necesitamos trampillas por las que desaparezcan los mediocres, o directamente dotar al jurado de armas de alto calibre. ¿Os imagináis a Miqui Puig rechazando educadamente al candidato con una magnun del 44?

- Si el concursante es digno de ser introducido en una jaula para ser mostrado por los pueblos de España ese es un concursante válido. Lo que no queremos es ese tipo "quiero-y-no-puedo". O blanco o negro, no al gris.

Veremos si en las próximas semanas volvemos a escribir sobre tienes talento, o por contra nos tendremos que conformar con ver España Directo o Callejeros para buscar a nuestro próximo mesías.

sábado, 26 de enero de 2008

Secret Affair - Time for Action


Los Secret Affair fueron al revival mod lo que un postre representa en una comida. Por si solos no hubieran tenido entidad suficiente para lograr que la joven working class inglesa, de finales de los setenta, adoptara lo mod como estilo total de vida. No fueron los primeros, ni los más contundentes ni creativos, tampoco los más prolíficos, pero decidieron ser el grupo mod por definición.

Eran los más elegantes y desde luego los más comprometidos con la escena y sus tradiciones, que en el fondo y contradictoriamente, el revival hizo resurgir añadiéndole todo lo nuevo de la época. Esto se aprecia en este vídeo, el single de debut del grupo, Time for Action, una canción de reafirmación mod ante el mainstream punk, que ya en el 79, era algo más manido que la propia música disco. El vídeo, como el tema y el grupo, es esencialista ante todo, mostrando los iconos mods sin rodeos: Vespas, pork-pies, Fred Perrys, trajes entallados de tres botones, el look smart & clean en definitiva. Sin embargo se añaden, se cuelan, elementos del presente de la época que hoy, 25 años después, le dotan de una originalidad y fuerza magnífica: El ambiente remarcadamente urbano, casi suburbial, que está presente en las postales que se intercalan entre la actuación, la camaradería adolescente-hooligan de los Glory Boys, y sobre todo una actitud orgullosa, arrogante, casi rezumando violencia y conflicto.

miércoles, 23 de enero de 2008

Arkady Shaiket - La fotografía de portada de Vida y Destino

Hace un tiempo nos llegó "Vida y Destino" de Vasili Grossman a la librería. Mientras que lo fichaba reparé ejemplar tras ejemplar en la foto de portada. Hoy por fin me he hecho con un ejemplar, que espero leer pronto, y he podido ver el nombre del autor de la imagen de más arriba: Arkady Shaiket (o Shaikhet).

Apenas existe información sobre él en internet, más allá de que era ruso, que nació en 1898 y murió en 1959. Como más fotografos de su generación transitaría por el constructivismo bolchevique, el realismo estalinista y el reportaje de guerra, al cual pertenece esta imagen tomada en 1943.

En ella un soldado del Ejercito Rojo se abraza a dos mujeres. Llama la atención la desolación tan diferente que presentan los tres protagonistas: desconsuelo, incredulidad y abnegación. Según leo en una página de la BBC, sobre una exposición de fotografía rusa en la Segunda Guerra Mundial, el soldado se ha reunido con sus hermanas tras la liberación del pueblo de Karachev. Acaba de descubrir, además, que sus padres han sido asesinados por los nazis.

La sensación que emana de la imagen es brutal, conmovedora en el más estricto significado de la palabra. Como fotografía describe la historia que hay tras ella a la perfección, y que Arkady Shaiket no conocería a la hora de abrir el diafragma.

martes, 22 de enero de 2008

Estrofa de La Nube en Pantalones


Mejor que plegarias son venas y músculos.

No mendiguemos del tiempo el perdón.

Nosotros,
cada uno,
sujeta en la mano
las correas de transmisión de los mundos.

Vladimir Mayakovski

lunes, 21 de enero de 2008

Los Crímenes de Oxford, de Álex de la Iglesia

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo."
Ludwig Wittgenstein

Esta frase del filósofo vienés, curiosamente vinculado a Cambridge, viene a encajar perfectamente con la que es la película mejor rodada de Álex de la Iglesia, y también la que más se aleja del universo particular al que nos tiene acostumbrados el director bilbaino. Con una historia basada en la novela homónima de Guillermo Martínez, publicada en Destino, de la Iglesia acaba de estrenar su octavo largometraje, metiéndose de lleno en el cine de género, en este caso el thriller.

La historia es protagonizada por Elijah Wood (Martin) quien interpreta a un estudiante que va a completar su tesis a Oxford, buscando la tutela de John Hurt (Arthur Seldom), quien hace de eminencia filosófica. Ambos tienen puntos de vista divergentes sobre la filosofía, en cuanto a sí es posible expresar y comprender la realidad mediante el lenguaje matemático y filosófico. Tras un accidentado encuentro entre los dos, alumno y profesor se encuentran casualmente ante el cadáver de una anciana, amiga de Hurt y casera de Wood. A partir de ese momento deberán averiguar quien se esconde detrás de este asesinato, que en principio parece planteado como un enigma matemático a resolver, antes de que llegue la siguiente víctima.

Álex de la Iglesia, demuestra con este largometraje, que es capaz de abandonar su líneas de actuación habituales y acabar con nota una película internacional de amplio presupuesto. Técnicamente la cinta se acerca al sobresaliente, contando con algunas escenas, (el plano secuencia de presentación de los personajes) que rozan la perfección. Afortunadamente el desarrollo carece de esos tiempos muertos presentes en casi toda su filmografía, dotando a la historia de un buen ritmo.

Sin embargo la película tiene un par de problemas menores. La interacción del protagonista con los personajes secundarios no está del todo bien presentada, es como si sus relaciones avanzaran demasiado rápido y los espectadores nos quedáramos sin verlo. Otro aspecto negativo, y este es personal, es que la película tiene desenlace argumental explicativo. Es decir, al final de la película se resuelve el misterio a posteriori, explicándolo al estilo de las novelas de Agatha Christie. No es un final sorpresivo estilo Los Otros (afortunadamente) con lo que podremos ver la película las veces que queramos sin perder interés en la historia, ya que su fuerza no radica, únicamente, en su conclusión.

Supongo que alguien versado en filosofía y matemáticas avanzadas encontrará algún resquicio de error, pero para los espectadores neófitos en la materia no hay problema, todo, pese a lo escabroso del asunto, está bien explicado, resultando comprensible, cosa que ayuda en la implicación del espectador con la historia y los personajes.


(Los actores están correctos, sin sobresalir ni destacar negativamente unos sobre otros. Realmente el único papel de peso además de los dos protagonistas es el de la inglesa Julie Cox (Beth). La española Leonor Watling (Lorna) tampoco tiene mayor importancia interpretativa (por otra parte su personaje no da para más), pero su presencia física, espectacular, desborda la pantalla cada vez que aparece. Aunque suene vulgar es cierto: nunca un par de tetas estuvieron tan bien aprovechadas.

Ánimo a los lectores de La Aurora Moderna, a que si pueden verla en versión original, lo hagan. Más que nada porque es un placer escuchar un inglés tan perfecto y claro, especialmente de John Hurt, que por algo se titula The Oxford Murders.

Álex de la Iglesia no podía haber hecho mejor en su carrera que haber rodado esta película, disipa las dudas sobre su capacidad como cineasta (¿aun quedaba alguna tras la comunidad?), y sobre todo nos demuestra que llegará lo lejos que él quiera (o le dejen, supongo).

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Blog de Los Crímenes de Oxford, escrito por el propio director, Blasfemando en el Vórtice del Universo (como uno de los capítulos de Payasos en la Lavadora).

viernes, 18 de enero de 2008

Robin Hood, la serie de la BBC

En España podemos ver en La Sexta desde hace unas semanas Robin Hood de la cadena pública británica BBC. La verdad es que como los viernes por la noche suelo dedicarlos a otros menesteres más festivos que ver la tele, no había tenido oportunidad de echar un vistazo a esta serie que se ocupa una vez más de revivir las aventuras de este protoizquierdista de Sherwood.

Pero lo que nos interesa hoy en La Aurora Moderna no es la exitosa producción del arquero medieval, que por lo que he podido leer es una serie de entretenimiento que se deja ver, si no su estética, y más concretamente su sección de peluquería. ¿En que se parece la primera foto, de un compañero de Robin, a la siguiente, de uno de los componentes de los Arctic Monkeys?.

Ese pelo, amigos, efectivamente. Flequillo despuntado y descolocado convenientemente, actualizando la estética nuevaolera. Me ha hecho especial gracia durante un rato mientras veía la serie, sobre todo cuando ha aparecido un actor negro que llevaba una boina a lo black panther. ¿Argucia marquetera o simple cuestión de absorción del presente?.

jueves, 17 de enero de 2008

miércoles, 16 de enero de 2008

Como no hacer una película o Michael Bay

La verdad no acabo de cogerle el gusto a hablar de cosas que detesto, pero ya que mi mujer tiene que aguantar mis ataques de ira mientras cenamos, también quiero haceos partícipes, queridos lectores, de los elementos que perturban mi tranquilidad.

El tipo de la foto es Michael Bay, y dicen que es director de cine. Antes de empezar, no confundamos los términos, no tengo nada en especial contra este tipo, no más, al menos, que contra los centenares de mediocres que acaban triunfando debido a la sublime adaptación que desarrollan en esta sociedad oligofrénica. El motivo de la presencia de este señor en La Aurora Moderna es que hoy mientras veía House, he cambiado en un intermedio y he comprobado que estaban echando Pearl Harbour, película de la cual es culpable este impresentable. Pero, ¿por qué?, ¿por qué Parl Harbour es pésima y pongamos, Tora! Tora! Tora! es cojonuda?, veámoslo a continuación.

No tengo estudios sobre cine, pero creo que de pasar con el autobús durante cuatro años por delante del ECAM se me pegó algo. Hablando en serio, lo que quiero decir, es que como cualquier espectador te acabas educando a base de ver mucho cine y leer algún que otro libro, y te das cuenta de como la forma exitosa de rodar hoy en día es, hablando claro, un puta mierda. Basta de rodeos y subterfugios y pasemos a destripar este horror que nos ocupa hoy.

La Segunda Guerra Mundial, al margen de consideraciones históricas, políticas y humanas, fue un acontecimiento de proporciones grotescas: millones de muertos, batallas con frentes de dos mil kilómetros, enfrentamientos con la tecnología más avanzada del momento puesta a prueba. Habéis pensado que se sentiría al sobrevolar la batalla de Midway y ver a doscientos barcos y cuatrocientos aviones destruyéndose mutuamente en medio del Pacífico. Bien, si te propones rodar un película situada en esta época, (y da igual que sea una cinta de entretenimiento), intenta al menos reflejar la gigantesca proporción de alguna forma. La peli de este señor tiene un largo y espectacular ataque a la base que da nombre a este bodrio, y ya. El resto son campos en flor, bellas e inmaculadas señoritas y fornidos muchachotes del medio oeste. No puedes, definitivamente, incluir planos de Sonrisas y Lágrimas en una cinta bélica. Mirad el siguiente fotograma de la reciente Cartas desde Iwo Jima y veréis lo que quiero decir con sentido de la proporción frente al tema tratado:

Un soldado japonés sale de la cueva donde están ocultos, recibiendo bombardeos durante horas, para algo tan real como sacar el cubo con las heces acumuladas. La cámara sube y se centra en su cara: estupor. Es la primera vez que ve al gigantesco enemigo de frente. Hay más cine en estos diez segundos de la película de Clint Eastwood que en toda la filmografía de Michael Bay.

Y hablando de filmografía, algo que comparte Pearl Harbour con Armageddon, otra de las del sello Bay, es la fotografía y el montaje. No he visto película en el que un plano dure menos en pantalla y además sin ningún tipo de justificación. Da igual que aparezca una escena de acción o un tópico atardecer romántico, el tiempo de plano es de dos o tres segundos. Así no hay forma de ver nada. Este tipo de montaje es apropiado para un vídeo musical, que dura a lo sumo cinco minutos, pero nunca para una película de dos horas. Por otro lado la cámara nunca está quieta, lo que hace que esté siempre presente. A ver, Michael Bay, de lo que se trata es que el espectador se olvide de que lo que está viendo ha sido rodado, que es mentira, y que detrás de los actores hay un equipo de cien personas, y tú, con tu continua presencia, se lo recuerdas a cada instante.

Para acabar, debería estar prohibido que en una misma película aparecieran conjuntamente Ben Affleck, Cuba Gooding Jr. y Alec Baldwin, es malo para la salud, aunque de esto las autoridades no advierten.

Lo que más me cabrea del tema es la presunta modernez de este tipo de cine. No se trata de reivindicar un tipo de cine frente a otro basándonos en criterios cronológicos. De lo que se trata es de reivindicar un tipo de cine bien hecho, o que al menos cumpla los patrones básicos que permiten verlo, más allá de cuestiones que hacen a una película sublime, como el guion, los actores o el sello personal del autor. Las películas del estilo Bay, e insisto, me meto con este por cuestiones circustanciales, no son modernas, si no desgraciadamente actuales, y tienen más que ver, a pesar de los millones invertidos en ellas, con el vídeo casero que con el cine.

lunes, 14 de enero de 2008

Todo cambia, todo permanece


Hace unos días, tomando unas cervezas con un par de amigos en un pub irlandés, de esos en los que todo es de atrezzo, pero te hace sentirte como en una peli de Stephen Frears, uno de ellos contó una historia interesante. Lo que contó surgió como algo secundario, entrelazado entre otras cuestiones, y aunque en el momento no me llamó la atención, días después saltó en mi cabeza como un resorte activado por el aburrimiento de los trayectos laborales.

Mi amigo lleva teniendo un periquito desde hace décadas, pese a que la vida de estos pájaros se alarga como mucho hasta los diez años. La longevidad del animal podría ser motivo de estudio, pero sólo se debe a una curiosa tradición que se da en su familia. Por lo visto, al morir el periquito, compran otro lo más parecido posible y le llaman de la misma forma, es más, todos sus familiares tienen un pacto tácito por el que no citan la luctuosa desaparición del anterior animal. El periquito sustituto deja de serlo en el mismo momento en que entra por la puerta, y pasa a tomar el relevo de la anterior mascota encarnando así un personaje permanente y de longevidad ilimitada.

La historia da para mucho, tanto en mentes analíticas como en otras más sentimentales, pero a mi lo que me llamó la atención fue la capacidad que tenemos de mentirnos a nosotros mismos, para que todo siga, aparentemente, igual.