jueves, 7 de octubre de 2010

De derrotas y victorias.



Maletas pesadas como errores al hombro, arrastradas por el suelo con ruedas fallidas, rozando escaleras blancas, dejando dolor, desapareciendo por una cinta negra, por un camino a la indeterminación.

Verdades de última hora, de las de urgencia y sirenas rojas, de las que cuesta decir, de las únicas que son sinceras por necesidad. Ataque a la desesperada, nidos de ametralladoras y alambres de espino.

Un volver sin volver, un olor sin aroma, una piel sin tacto. Pantallas, imágenes, sonido. Interferencias. Pensamientos en fragmentos, píldoras de irrealidad. Al final silencio de habitación desmantelada, eco mental en las paredes, rebote de ondas, campamento indio arrasado por el enemigo.

Fango en los pies, andar de sueño, como sin gravedad ni agarre, como sin fuerza, ni aliento. Monto en la noria y no me bajo en todo el día. Tiro de las cuerdas y no me sale el premio. El premio no existe, el premio es mentira. Apagan las luces de la feria, y yo estoy solo dentro, yo y los envoltorios rodando por el suelo.

Cojo el delorean para ver los buenos ratos, los momentos de orquesta tocando al unísono, de puzzle completo, de engranaje victoriano. El cabrón del violín ha desafinado, ni si quiera puede tocar bien un rato. Pierden armonía y conforme esto ocurre, el patio de butacas se desmantela, cayendo hacía arriba las sillas, como en un videojuego de una sola partida. Sólo que éstas no encajan y forman un montón de madera, de los de hoguera en San Juan, de los de pira funeraria india, de los de niños de parques de periferia.

Me deslizo por la pendiente, velocidad de torrente furioso de agua, de barril en las Cataratas del Niagara, de mujer gorda montada en una paellera cayendo por la nieve. No voy solo, me acompaña el manicomio entero. Por lo menos nos brillan los zapatos, zapatos negros del FBI.

Conmigo están mis héroes, un negro que canta, un judío que escribe, un poeta que gana combates de boxeo, una niña que se ríe. Conmigo están las pequeñas motos del ruido, los zapatos de orfebre, las camisas italianas manchadas de fulgor prohibido. Están mis amigos que montan en globo y submarino. Y estoy yo mismo. Del otro lado está un monstruo de 700 toneladas, que vuela y hace ruido.

Hemos perdido de nuevo. Estoy en el suelo, magullado y dolorido. No hubo posibilidad de victoria, no contra años de educación alemana, de ilusiones heridas, de esperanzas arrastradas. No hubo posibilidad contra el mundo entero, contra el brillo del dinero, contra las teles planas y los mensajes pervertidos. Al final ganaron ellos, los que estuvieron como buitres rondando, los que cantan mentiras a cada minuto, los que transforman todos los productos en un sueño vacío.

- Levanta chaval - me tocan el hombro. Al final no has perdido, no del todo. Basta dejar la duda, la semilla de lo extraño, las imágenes de fotomatón, de chiflados usurpando catedrales, de chicos con corbata, de ojos de psicópata en las allnighters. Al final basta dejar la risa, la del jabón en blanco y negro, la del calor entre las sabanas frías, la de las estrellas con nombres árabes, las de las noches en blanco en los hostales.

Me levanto, recojo mis cosas, cierro la puerta. Me sacudo el polvo, me peino con los dedos, compruebo que llevo lo que necesito en el pantalón. Aún hay pájaros que vuelan a cámara lenta, nubes verdes y señores que andan hacia atrás. Pero noto, no sé muy bien en que, que todo vuelve poco a poco a su sitio. Dejo la llave en un lugar secreto, lo suficiente para que no la encuentre nadie, nadie que yo no quiera, nadie que no sepa.

3 comentarios:

Javier dijo...

Las derrotas tambièn tienen su lado positivo. Saber bucear en ellas se consigue con el tiempo. Desde la distancia veo una pluma muy afinada, un vaso de whisky de Malta y un pensamiento victorioso.

Daniel Bernabé dijo...

Gracias Javi, tomo nota.

Álex dijo...

Gracias por un buen rato de auténtica literatura, si tu catársis encuentra acomodo en textos así, bienvenida sea.
Y no soy yo de comentar blogs ajenos, coño.
... Mientras escribo esto suena Led Zeppelin de fondo, no te imaginarías lo bien que le queda -sí, lo sé, ésta aurora no es mejor lugar para nombrar a los Zeppelin, pero...