lunes, 5 de mayo de 2008

Trabajo y tabaco


Si a un fumador le preguntamos por qué fuma probablemente la respuesta sea que el tabaco le proporciona algún tipo de ventaja: tranquilidad, concentración, confianza, placer..., por tanto podríamos deducir que la persona que consume tabaco lo hace porque internamente cree que fumar añade algo a su vida. La realidad, científica, comprobada, es que es justamente al contrario.

El tabaco, y más concretamente la nicotina, lo que hace es crear las necesidades que no existían previamente a su consumo: nerviosismo, dispersión, inquietud, desasosiego..., que precisamente surgen cuando falta, y que, aquí viene lo más grave, fumar es lo único que las puede calmar.

Con el trabajo asalariado ocurre algo muy parecido. Si a un trabajador le preguntamos por qué trabaja probablemente nos conteste que trabajando puede comprar cosas, pagar facturas, en definitiva, hacer frente a necesidades y obtener ventajas. La realidad es que, al igual que el tabaco, es justamente al contrario.

La sociedad de consumo, de la cual el trabajo asalariado, es parte ineludible y esencial, es quien nos crea un profundo desasosiego, una inevitable necesidad de participar en ella. Y la única forma que la mayoría tenemos de hacerlo es trabajando, para transformar la incertidumbre en certeza y el nerviosismo en tranquilidad, para calmar una inquietante necesidad artificial asumida. Pero lo peor de todo no es esto. Si no que por este mecanismo acabamos venerando a quien nos hace sufrir, otorgando el papel de bombero al pirómano, alimentando a la propia irrealidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Necesidades creadas, ventajas que sólo están en la realidad que refleja la publicidad, cuentos, cuentos, mentiras, la realidad son atascos kilométricos de automóviles que se dirigen a la ciudad; contaminación, humo, gilipollas haciendo cola para entrar a un centro comercial. Quedan pocos espacios de reflexión, pocos, amigo,gracias por seguir ahí.

Daniel Bernabé dijo...

De nada. Mientras que haya gente leyendo, escribir, incluso para un potencial cuentista bipolar como yo, es bastante más agradable.

Si algún día revela su identidad le debo unas cañas

Anónimo dijo...

Pues claro que sí, unas cañas, y poder hablar de Umbral, y de libros, y de esas cosas que relata usted en su blog.

Muy amable, algún día de estos...