La historia no sucedió como nos la contaron. Y no me refiero a los grandes acontecimientos retratados en los documentales, que también, si no incluso a los momentos y lugares, y la gente que vivía en ellos. No tengo claro el mecanismo, pero como en casi todo, se impone una tendencia hacia el lugar común, hacía el tópico interesado.
¿Cuál es la imagen del Londres de finales de los cincuenta que tenemos? Uno de los tópicos es que el pasado es antiguo, brumoso y con una pátina de placidez que lo cubre todo. Mentira. En Ciudad de Ébano, novela de Collin MacInnes, aparecen dos ciudades que corresponden a los dos personajes que viven la historia, un trabajador social británico, blanco y aparentemente progresista, y un inmigrante africano, negro, también súbdito de la Reina Isabel y, sin saberlo, con un modo de vida vanguardista.
La historia que se nos cuenta es doble, pero única. Por una parte la del joven negro llegado a la metrópolis decadente, ciudad tardo-imperial, como élite que venía a formarse en las universidades del mismo país que colonizaba su tierra, y la del anglosajón abierto de miras, pero con un peso de siglos de conservadurismo larvado, que le hacía ejercer un paternalismo no pedido hacia los ciudadanos de la Commonwealth. Y todo narrado a un ritmo que ni el cine de la época tenía, optando por la multiplicidad de personajes y por una ética carente de trampas morales.
La ciudad es el campo de juego cambiante, en el que las calles adquirían un tono distinto con la noche, y en los edificios, aun en ruinas por las V2, se llenaban con clubs antillanos, soldados afroamericanos, y chicas blancas descubriendo vidas reales. No era fácil, en ocasiones peligroso, y casi siempre con un final inconcluso, pero era de verdad. Y había gente, poca, que transitaba la frontera entre ambos mundos, convirtiéndose en una especie de pioneros de la lucha contra la uniformidad.
"Nosotros los africanos no somos un pueblo que deposita sus días en una caja de ahorros, creemos que la vida nos ha sido dada para disfrutarla"
¿Cuál es la imagen del Londres de finales de los cincuenta que tenemos? Uno de los tópicos es que el pasado es antiguo, brumoso y con una pátina de placidez que lo cubre todo. Mentira. En Ciudad de Ébano, novela de Collin MacInnes, aparecen dos ciudades que corresponden a los dos personajes que viven la historia, un trabajador social británico, blanco y aparentemente progresista, y un inmigrante africano, negro, también súbdito de la Reina Isabel y, sin saberlo, con un modo de vida vanguardista.
La historia que se nos cuenta es doble, pero única. Por una parte la del joven negro llegado a la metrópolis decadente, ciudad tardo-imperial, como élite que venía a formarse en las universidades del mismo país que colonizaba su tierra, y la del anglosajón abierto de miras, pero con un peso de siglos de conservadurismo larvado, que le hacía ejercer un paternalismo no pedido hacia los ciudadanos de la Commonwealth. Y todo narrado a un ritmo que ni el cine de la época tenía, optando por la multiplicidad de personajes y por una ética carente de trampas morales.
La ciudad es el campo de juego cambiante, en el que las calles adquirían un tono distinto con la noche, y en los edificios, aun en ruinas por las V2, se llenaban con clubs antillanos, soldados afroamericanos, y chicas blancas descubriendo vidas reales. No era fácil, en ocasiones peligroso, y casi siempre con un final inconcluso, pero era de verdad. Y había gente, poca, que transitaba la frontera entre ambos mundos, convirtiéndose en una especie de pioneros de la lucha contra la uniformidad.
"Nosotros los africanos no somos un pueblo que deposita sus días en una caja de ahorros, creemos que la vida nos ha sido dada para disfrutarla"
2 comentarios:
me encanta el último párrafo! cuánta razón!
Algo que se me ha olvidado mencionar es que el libro es un contrapunto constante de opiniones entre los personajes. La frase con la que cierro da para mucho más.
Te iba a decir que te lo leas pero esta medio agotado,:(
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