¿La vida de las personas tiene una frontera, que delimita el punto donde dejan de ocurrir cosas?, y si es así, ¿dónde se sitúa?.
Este libro, ya clásico moderno, se había cruzado varías veces en mi trayecto pero nunca había acabado de hincarle el diente. Hace unos días lo terminé, y es uno de los casos donde la fama que lo precede está justificada. Me sorprendió ya que no lo esperaba tan emocionalmente intenso.
Marcando fronteras, trazando líneas, delimitando opciones y haciendo listas de discos. Esa es la vida del Rob Fleming, pasada la mitad de la treintena, mirando hacia atrás, más que con ira con incomprensión.
La novela pinta rayas de tiza en el suelo, donde nosotros nos situamos, seguros de la posición que ocupamos, aunque en algunos casos no tanto de que debiéramos estar ahí:
- 1ª Raya: Hay dos clases de personas. Una de ellas son los que se crean un auténtico bagaje personal en referencia a los discos, libros y películas que han disfrutado / sufrido. Para nosotros poner un disco no es un acto de mero entretenimiento, es completar una parte del autorretrato, definirte frente al borroso constante del resto. El Resto, sí, los que dicen gustar de toda la música, es decir, de ninguna. No os extrañéis si os condenamos por vuestra insípida y previsible colección de AOR.
-2ªRaya: Lo que nos ofrecían nos daba igual. No es que no nos guste vivir bien, es que sencillamente el precio a pagar es demasiado alto. Estamos condenados a no entender a quien sacrifica su vida para tener un adosado. La carrera profesional es un invento para tenernos corriendo detrás de la zanahoria hasta que se nos acaben las fuerzas.
-3ªRaya: Las relaciones humanas son incomprensibles. Pero hasta desde el punto de vista de uno mismo. Cómo es posible poner todo tu empeño en vivir junto a alguien para luego acabar dinamitándolo todo, arrasando los pocos momentos bonitos que de verdad surgen en la vida. No lo sé, podríamos seguir adelante, tener hijos y una foto con marco plateado en la mesa, podríamos ser felices. Pero elegimos la táctica de la tierra quemada, aunque nos queme también a nosotros.
-4ªRaya: Queremos a nuestros padres, incluso sentimos respeto personal por su vida, pero nos asusta ser como ellos.
-5ªRaya: Inacción. ¿De donde diablos sacan los demás la energía, el tiempo y las ganas para hacer tantas cosas?. Conocemos remedios artificiales para dotar de electricidad a nuestro cuerpo, pero las solemos utilizar por la noche mientras bailamos.
-6ªRaya: Lo que se espera de cada uno de nosotros en referencia a la edad. Normas sociales de compartamiento, no escritas, pero más pétreas e inamovibles que cualquier ley. A los treinta años se esperan de ti ciertas cosas, muchacho, y aquel que las obvie tiene su sitio fuera de las murallas de la ciudad.
-7ª y última: ¿Realmente estamos seguros de todo lo anterior? Pues de casi todo, pero no pertenecemos a una secta de mártires ciegos. Sabemos que hay otra forma de vivir la vida (como para no saberlo), sabemos que lo convencional es agradable para quien lo practica, y a veces flaqueamos en nuestros postulados. Esa es la gran diferencia entre ellos y nosotros, la empatía, aunque sea en negativo.
Lo que pasa es que en la mayoría de los casos es demasiado tarde para cambiar.
La novela Alta Fidelidad, de Nick Hornby, está editado en castellano por Anagrama, en su colección Panorama de Narrativas, vale algo menos de veinte euros y se disfruta como un single de Smokey Robinson & The Miracles.
Este libro, ya clásico moderno, se había cruzado varías veces en mi trayecto pero nunca había acabado de hincarle el diente. Hace unos días lo terminé, y es uno de los casos donde la fama que lo precede está justificada. Me sorprendió ya que no lo esperaba tan emocionalmente intenso.
Marcando fronteras, trazando líneas, delimitando opciones y haciendo listas de discos. Esa es la vida del Rob Fleming, pasada la mitad de la treintena, mirando hacia atrás, más que con ira con incomprensión.
La novela pinta rayas de tiza en el suelo, donde nosotros nos situamos, seguros de la posición que ocupamos, aunque en algunos casos no tanto de que debiéramos estar ahí:
- 1ª Raya: Hay dos clases de personas. Una de ellas son los que se crean un auténtico bagaje personal en referencia a los discos, libros y películas que han disfrutado / sufrido. Para nosotros poner un disco no es un acto de mero entretenimiento, es completar una parte del autorretrato, definirte frente al borroso constante del resto. El Resto, sí, los que dicen gustar de toda la música, es decir, de ninguna. No os extrañéis si os condenamos por vuestra insípida y previsible colección de AOR.
-2ªRaya: Lo que nos ofrecían nos daba igual. No es que no nos guste vivir bien, es que sencillamente el precio a pagar es demasiado alto. Estamos condenados a no entender a quien sacrifica su vida para tener un adosado. La carrera profesional es un invento para tenernos corriendo detrás de la zanahoria hasta que se nos acaben las fuerzas.
-3ªRaya: Las relaciones humanas son incomprensibles. Pero hasta desde el punto de vista de uno mismo. Cómo es posible poner todo tu empeño en vivir junto a alguien para luego acabar dinamitándolo todo, arrasando los pocos momentos bonitos que de verdad surgen en la vida. No lo sé, podríamos seguir adelante, tener hijos y una foto con marco plateado en la mesa, podríamos ser felices. Pero elegimos la táctica de la tierra quemada, aunque nos queme también a nosotros.
-4ªRaya: Queremos a nuestros padres, incluso sentimos respeto personal por su vida, pero nos asusta ser como ellos.
-5ªRaya: Inacción. ¿De donde diablos sacan los demás la energía, el tiempo y las ganas para hacer tantas cosas?. Conocemos remedios artificiales para dotar de electricidad a nuestro cuerpo, pero las solemos utilizar por la noche mientras bailamos.
-6ªRaya: Lo que se espera de cada uno de nosotros en referencia a la edad. Normas sociales de compartamiento, no escritas, pero más pétreas e inamovibles que cualquier ley. A los treinta años se esperan de ti ciertas cosas, muchacho, y aquel que las obvie tiene su sitio fuera de las murallas de la ciudad.
-7ª y última: ¿Realmente estamos seguros de todo lo anterior? Pues de casi todo, pero no pertenecemos a una secta de mártires ciegos. Sabemos que hay otra forma de vivir la vida (como para no saberlo), sabemos que lo convencional es agradable para quien lo practica, y a veces flaqueamos en nuestros postulados. Esa es la gran diferencia entre ellos y nosotros, la empatía, aunque sea en negativo.
Lo que pasa es que en la mayoría de los casos es demasiado tarde para cambiar.
La novela Alta Fidelidad, de Nick Hornby, está editado en castellano por Anagrama, en su colección Panorama de Narrativas, vale algo menos de veinte euros y se disfruta como un single de Smokey Robinson & The Miracles.
3 comentarios:
Sí que es un buen libro, en el que es casi inevitable identificarse con el protagonista en muchos temas. Genial también esa lista de grupos a los que habrá que "fusilar" cuando llegue la revolución musical. Lástima que no vaya a llegar nunca. Tampoco está mal "Fiebre en las gradas" del mismo autor. Saludos
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