Hermosas damiselas discutiendo sus diferencias desde el respeto
No sé muy bien como escribir esta entrada, en el sentido de si ponerme trascendente o simplemente festivo.
La prensa y la estulticia humana hicieron mucho daño a las contraculturas urbanas. Cuando el fenómeno mod se masificó a mediados de los sesenta, y miríadas de chavales conducían sus scooters de Londres a la costa sur británica, los enfrentamientos con los rockers tomaron trascendencia en la prensa de la época. Los césares de la basura, así les denominaron, causaron conmoción a la anquilosada sociedad británica. Eran los tiempos en los que parecía que los chicos del modern jazz estuvieran tomando el país.
Estos sucesos se recrearon en Quadrophenia, adaptación al cine de la ópera rock de los Who, y responsable junto a Paul Weller del revival de finales de los setenta. En España, o más concretamente en Madrid, a comienzos de los ochenta, se recrearon una y mil veces estas batallas sin sentido, con el trágico record de la muerte de uno de estos jóvenes tangenciales.
Probablemente este suceso fue el fin de la muy relativa popularidad y el regreso al underground de ambas escenas. Sin vivir esa época, y cuando los protagonistas relatan que en uno y otro bando había gente más interesada en la violencia que en los sonidos liberadores, uno reflexiona sobre lo peligroso de los tópicos, de la falta de profundidad, y sobre todo de las consecuencias luctuosas que se derivaron de ello.
Decía que no sabía si ponerme serio o no porque vengo de una fiesta en la que me lo he pasado en grande. Se trata del primer Rockers Vs. Mods Madrid, en donde durante el viernes y el sábado se han dado cita los dos grupos iniciadores de casi todo lo que se denomina contracultural. Este evento comenzó con una concentración motera, burrum burrum burrum contra popopopopo (Capitan Morgado dixit) y ha finalizado tras horas de juerga en una midnighter donde han confluido, juntos pero no revueltos, estos dos estilos tan diferentes pero a la vez tan parejos. Y está bien.
Me ha gustado ver a los fornidos tipos del tupé (por que diablos son todos tan grandes?) bailando su Jitterbop y a nosotros nuestro northern. Bueno, o intentándolo, porque como le he dicho a un amiguete:
- Los mods hemos quedado como una pandilla de hooligans borrachos
- Ya, si es que es lo que somos
En todo caso la muestra contra la uniformidad, el tedio y la costumbre es casi lo único que me recuerda mi condición humana, mi condición sentimentalmente humana. Está bien, está bien. Como decían los Sham 69 if the kids are united they will never be divided.
No sé muy bien como escribir esta entrada, en el sentido de si ponerme trascendente o simplemente festivo.
La prensa y la estulticia humana hicieron mucho daño a las contraculturas urbanas. Cuando el fenómeno mod se masificó a mediados de los sesenta, y miríadas de chavales conducían sus scooters de Londres a la costa sur británica, los enfrentamientos con los rockers tomaron trascendencia en la prensa de la época. Los césares de la basura, así les denominaron, causaron conmoción a la anquilosada sociedad británica. Eran los tiempos en los que parecía que los chicos del modern jazz estuvieran tomando el país.
Estos sucesos se recrearon en Quadrophenia, adaptación al cine de la ópera rock de los Who, y responsable junto a Paul Weller del revival de finales de los setenta. En España, o más concretamente en Madrid, a comienzos de los ochenta, se recrearon una y mil veces estas batallas sin sentido, con el trágico record de la muerte de uno de estos jóvenes tangenciales.
Probablemente este suceso fue el fin de la muy relativa popularidad y el regreso al underground de ambas escenas. Sin vivir esa época, y cuando los protagonistas relatan que en uno y otro bando había gente más interesada en la violencia que en los sonidos liberadores, uno reflexiona sobre lo peligroso de los tópicos, de la falta de profundidad, y sobre todo de las consecuencias luctuosas que se derivaron de ello.
Decía que no sabía si ponerme serio o no porque vengo de una fiesta en la que me lo he pasado en grande. Se trata del primer Rockers Vs. Mods Madrid, en donde durante el viernes y el sábado se han dado cita los dos grupos iniciadores de casi todo lo que se denomina contracultural. Este evento comenzó con una concentración motera, burrum burrum burrum contra popopopopo (Capitan Morgado dixit) y ha finalizado tras horas de juerga en una midnighter donde han confluido, juntos pero no revueltos, estos dos estilos tan diferentes pero a la vez tan parejos. Y está bien.
Me ha gustado ver a los fornidos tipos del tupé (por que diablos son todos tan grandes?) bailando su Jitterbop y a nosotros nuestro northern. Bueno, o intentándolo, porque como le he dicho a un amiguete:
- Los mods hemos quedado como una pandilla de hooligans borrachos
- Ya, si es que es lo que somos
En todo caso la muestra contra la uniformidad, el tedio y la costumbre es casi lo único que me recuerda mi condición humana, mi condición sentimentalmente humana. Está bien, está bien. Como decían los Sham 69 if the kids are united they will never be divided.
3 comentarios:
Mucha tonteria y mucha mala prensa tambien con este tema,
lo cierto es que ambos movimientos se tocan, el swing, el r'n'r ya sabes, pero nunca he soportado el rollo de
cantantes palidos con voz de pipiolo.
Para ilustrar tu magnifica entrada
esta este minidocumental,
http://www.youtube.com/watch?v=t_IyWQPaBp8
Yo aun no se como no dieron
con los Yardbirds estos minimods :)
esto es lo que tenia que haber sucadido siempre, el respeto entre unos y otros
Gran foto y buen post. Esa absurda violencia fue lo peor de los 80 aunque, por buscarle algo positivo dentro del sinsentido, quizá nos hizo estar "unidos como ladrones". Saludos
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