lunes, 18 de febrero de 2008

Gente rara, hoy Valentino

Inauguramos orgullosamente una nueva sección en La Aurora Moderna: Gente Rara.
Siempre me he preguntado como la sociedad oficial puede admitir a determinados individuos como normales. Cómo puede hacerlos pasar por algo respetable, elegante, un ejemplo a seguir. En todo caso, más que desentrañar los complejos mecanismos de aceptación social, esta sección, gente rara, pretende hacer justicia, al menos poética. Se trata de mostrar las desnudez del rey, la oligofrenia rampante, el stablishment de barraca de feria que nos marca la pauta. Desengañémonos, somos unos loosers, sí, lo aceptamos. Pero también sabemos el alto precio que se exige por ser un triunfador, (palabra que de sólo escribirla me dan nauseas), en un mundo tan borderline como este, y quizás no estamos dispuestos a pagarlo. Empezamos.

El tipo que nos ocupa hoy se llama Valentino Clemente Ludovico Garavani y es (era) un prestigioso diseñador de moda. Ya sólo en esta frase tenemos elementos suficientes para destruir inmisericordemente al personaje.
Lo primero a reseñar es que estos tipos nunca utilizan el nombre que aparece en su DNI. Si tú, querido lector, te llamas Juan Pérez, te seguirás llamando así el resto de tu vida, en clase en el trabajo, donde sea. Estos no, estos siempre pueden cambiar su nombre, reducirlo, ampliarlo, colocar un "de" delante de su apellido, trastocar la realidad para adaptarla a sus necesidades.
Lo segundo, estos no tienen un trabajo a secas, no son administrativos, ferrallistas o cajeras, son lo que sea que quieran ser, pero siempre con un adjetivo delante: prestigioso diseñador, exitoso empresario, ocurrente escritor.
Lo tercero, diseñador de moda. He de reconocer que los únicos diseñadores de moda que conozco, es decir, creadores de algo que se repite más que la media de otros elementos, son las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Obviando esto, tengo, he de reconocer, escaso aprecio por estos cuentistas que se dedican, presuntamente, a crear arte con la ropa. Pero aceptando este hecho os pido que subáis el cursor y miréis detenidamente la foto de arriba. ¿De verdad os dejarías vestir por alguien como Valentino?.
Ese moreno no es sano, señor Valentino. Ya es un anciano, y la melanina de su piel no está en condiciones de resistir tal cantidad de rayos solares. Parece un churrasco y he de confesarle que me daría un enorme placer pellizcarle con ímpetu su arrugada y reseca piel. Su pelo, señor Valentino, deje el "leidigrecian" ya, y no se lo carde, así al menos ganará en algo de dignidad humana. Y por último, ese traje, ese color de tela. Mire, señor Valentino, su traje es propio de un mafioso de Miami o de Arturo Fernández, y en el caso de ellos, ninguno se dedica al corte y confección. Es como si voy al médico y este no sabe utilizar el fonendoscopio, lo mismito.

En estos momentos en Madrid hace un frío de posguerra, y yo lo estoy sufriendo. Probablemente Valentino se esté tostando al sol en alguna soleada playa o en algún lujoso yate. Soy consciente. Pero lo que nos asiste es la razón, amigos, y aunque está oculta bajo toneladas de estulticia y capas de estupidez, es hora de que vea la luz. Se lo debemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Unos más, otros menos, todos somos raros...quizá lo que moleste de éste en particular sea que se ha hecho rico riéndose de todos. Le falta malditismo para ser un dandy...y añgún que otro libro en su biblioteca (imagino).

Un saludo

Daniel Bernabé dijo...

Yo creo que lo peor de esta gente es que se acaba creyendo sus propias mentiras. De todas formas, señor anónimo, no me tome muy en serio, es que lo vi por la tele y me frustré.

Un saludo